lunes, 15 de diciembre de 2014

Amores de otoño

Hasta ahora solo había escuchado sobre la existencia de los amores de verano; romances protegidos por la arena y las olas, a la velocidad de las fiestas y los festivales continuos, entre besos con fecha de caducidad.


Pero nadie me había hablado de los amores de otoño, forjados entre las hojas caídas y la fugacidad de un invierno que se acerca. Nadie me había dicho que amar en esta estación era lo más melancólico que existe, quizás porque nadie es tan loco como para intentar soñar en los meses de la lluvia, de las castañas y las setas, cuando la naturaleza se prepara para el duro invierno.


Y como nadie me había advertido; de golpe, descubrí que estos romances son incapaces de soportar el frío, pues sin preparación veraniega sucede lo mismo que en el cuento de la zigarra y la hormiga. Solo que esta vez no hay nadie para salvarte; condenando, de esta forma, tu corazón a la oscuridad del equinoccio de navidad.


El viento sopla y se lleva todo a su paso, dejando tu alma tan vacía como las ramas de los árboles o como las noches sin la melodía de los grillos.


Y lo peor es que lo sabías, sabías que pasaría. Pero tú, como un auténtico iluso quisiste soñar en la estación equivocada, dejando en evidencia toda tu ingenuidad. Y no podrás decir que no te advirtieron, porque la razón te lo repitió una y mil veces, aunque tu corazón la callase con un salto al vacío, una sencilla y destructiva orden: <<Quiero amar.>>


Y lo hiciste. Lo llevaste a cabo con todas las consecuencias de tus actos. Y perdiste.


Porque el cuento de la lechera en otoño no funciona.


Porque solo me habían hablado de los amores de verano.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Por otros cien atardeceres

Septiembre entra poco a poco y Galicia comienza a vestirse de Otoño mientras se tiñe de melancolía al ver el solpor cada día un poco antes.


Las nieblas características de esta época van tomando las rías, los árboles se tiñen de caoba y la vida se adorna con un manto de hojas.


Atrás queda el calor, los festivales y las horas en la playa. Los colegas de verano comienzan a guardarse bajo llave en el corazón y los romances se los lleva la marea como castillos de arena el viento.


Intentas aferrarte, corriendo en pantalón corto una contrarreloj que sabes que está perdida de antemano. Lejos queda ya la libertad y las responsabilidades llaman a la puerta cargadas de trabajo y rutina.


Es entonces, en ese momento, cuando eres consciente de que tu mejor opción es sentarte en la arena, al borde del mar, respirando el aroma de los últimos rayos y limitarte a disfrutar el momento en el que sol se va.


Siempre soñando con el próximo verano, con sus fiestas, partidos, pandillas... y la esperanza de volver a perderte, en la orilla del horizonte, en aquellos labios con sabor a cien atardeceres.


viernes, 8 de agosto de 2014

El teatro

El teatro no es solo un arte, es una forma de vida.


Ser actor, soñar con ser actor, vivir del teatro… Son metas que solo se ha propuesto alguna vez aquel que ha sentido el placer de subirse a un escenario y se ha embriagado con los aplausos del público.


El teatro es un sentimiento, un estado de ánimo que aquella persona ajena a él jamás podrá sentir ni imaginar. El teatro no es solo subirse a unas tablas y recitar de memoria unas frases, es mucho más que eso. El teatro son los nervios antes de una obra; es el apoyo que recibes del grupo y la sensación de unidad que se respira en el ambiente; es sentir la descarga de adrenalina al entrar en escena en tu primera aparición en la obra; es memorizar un texto y unos movimientos durante meses para finalmente crear una representación de la que te sientas orgulloso; es sentir el riesgo de representar un discurso que sale de tus labios por arte de magia, pues si piensas en otra cosa que no sea el momento presente en escena perderás el hilo de ese hechizo y volverás a la realidad…


El teatro es ese vocablo que cuando lo oyes giras la cabeza rápidamente para ver quien lo ha pronunciado, es esa palabra que oír hablar de ella genera en ti una sensación de bienestar y es esa palabra que a pesar de ser solo seis letras para muchos representa toda su vida.


El teatro es sinónimo de esfuerzo y constancia, de sueños y alegrías, de superación y autoestima.


El teatro es todo eso y mucho más, pues cada persona lo percibe de diferente manera y al mismo tiempo hay una conciencia común de los que se sienten actores.


El teatro es la magia de la vida.

jueves, 7 de agosto de 2014

De festivales

Los festivales son micro universos en miniatura; con sus playas, montes, neveras, gafas de sol, gorras, sombreros de paja, bocadillos, comida en lata, pulseras… Todos elementos icónicos incomparables que te permiten distinguirlos unos de otros.



Son lugares únicos en los que la vida se desarrolla a su propio ritmo. Amistades, experiencias, horas al sol, líos y amores de verano. Tienen la capacidad de concentrar en una semana lo que en condiciones normales necesita de meses, como si de un catalizador se tratase.



Vives a tope durante días, tirado en cualquier parte, sin saber qué momento de la semana es y con la certeza de que los horarios los marcan los conciertos y el estómago.


Llega la noche y cambia el ambiente. Gente vestida de verano, peinada, abandona los lugares de relax y emigra en manada hacia los lugares de marcha y conciertos, donde la música marca los compases de la noche y los DJs reviven a la peña para que la fiesta no pare.



El peor momento de la semana es cuando se acaba y cada uno tiene que volver a su casa y a su rutina, sabiendo que las promesas de volver a veros quedarán en simples palabras, pero consciente de que las amistades y aventuras vividas permanecerán grabadas a fuego en el corazón sin que el tiempo pueda borrarlas.



Porque los festivales son micro universos en miniatura que dan sentido al verano.

sábado, 26 de julio de 2014

El verano

El verano es esa época en la que cualquier persona con ansias de libertad desearía vivir eternamente.


Son días de sol y calor, días en los que romper la rutina es una condición indispensable para disfrutar a tope desde el mismo minuto en el que amanece, y presenciar el atardecer no es más que la continuación de las ganas de vivir.


Es el momento de los festivales y conciertos, de fiestas continuas de barrios y pueblos. Es el instante antes de una ola rompiendo, de tablas y sandalias, y de gente tras una pelota corriendo. Es la época de los colores, los pantalones cortos y el cuerpo descubierto; de los días largos, las hogueras y los romances de verano. Es la estación de las experiencias más intensas, de los besos a escondidas, de probar cosas nuevas; de vivir al límite y escribir cada uno su propio cuento. Son los días con los colegas, las risas en las calas y las excursiones por montes y montañas.


El verano es la época de la libertad, de esos tres meses en que vivir es madurar y aprender se hace por diversión y no por necesidad.


Todo el mundo tiene en su corazón el recuerdo de su verano perfecto, de esos largos días que quizás con el tiempo exageramos, pero que nos ayudan a esperar con impaciencia la llegada de la liberación.


Porque el verano es esa época y estado mental en el que desearíamos vivir eternamente.


lunes, 21 de julio de 2014

Soñar

Soñar: una palabra tan sencilla como importante, sin duda una de las palabras más imprescindibles de mi diccionario personal.

Cinco letras que juntas se convierten en un sonido por el que han luchado durante miles de años los hombres. Dos sílabas que han mantenido las llamas de los corazones de los seres humanos a lo largo de la historia.


Un hombre que no sueña es un hombre sin corazón. Una persona sin corazón es una sombra de lo que fue, es una figura inerte que deambula sin rumbo por este mundo. Porque el que no sabe a donde va, no quiere nada en la vida.

Soñar supone arriesgarse a fracasar, pero no correr este riesgo supone no sentir la ilusión de soñar. Equivale a vivir sin un motivo, a contar los días sin ningún interés y ninguna quimera.


La gente no quiere que sueñes para que no te hagas daño, por eso para ellos palabras como quimera y utopía son conceptos imposibles; dicen que madurar supone aceptar que los sueños no se cumplen. Yo creo que madurar supone aprender y aceptar que hay que luchar duro para que un sueño se cumpla, pero las historias con final feliz existen. Existen porque hay todavía alguien que sueña por la humanidad, siempre, en algún rincón del planeta; siempre hay un ser humano soñando para que los demás no olviden que es imprescindible.


Sueña, sueña para ser feliz, no temas a sufrir, sueña para mantener vivo el corazón y tener siempre una ilusión.

lunes, 14 de julio de 2014

Saudades del alma

"Curioseando en la Ría desde una vida de saudade. La vida está hecha de palabras escritas en la arena que marcan compases que solo recuerdan lo que nunca sucedió".

A veces el tiempo marca su propio ritmo y por mucho que te empeñes no podrás controlarlo sin resultar dañado. En esos momentos lo mejor que puedes hacer es coger la bici y pedalear fuerte para intentar ganarle la batalla al olvido. Es en esos paseos cuando acabo a orillas del océano. El mar, valiente cuando quiere y calmado cuando da tregua, es el único que sobrevive a los relojes de arena.


Es en esos momentos de calma, con la sinfonía del viento arrullada por el silencio de la Nada, cuando puedes disfrutar de la melancolía y saborear sin miedo la saudade. Porque como dijo Manuel Bello en la patria lusitana allá por el 1660, la saudade es ese "bem que se padece e mal de que se gosta" (bien que se padece y mal que se disfruta). Pues cuando la sientes sufres pensando en todo lo que tenías y jamás volverás a tener, pero al mismo tiempo no puedes escapar de ese estado de ánimo, pues es una droga que cuando su miel toca los labios de tu alma no podrás nunca más volver a dejar de saborearla con el corazón.

Porque aunque el pasado duele, cuando tienes miedo a lo desconocido como me sucede a mí, siempre es mejor refugiarte en lo que tuviste y soñar con recuperarlo algún día.


Y es que el espíritu humano es una luz en busca continua de respuestas, su combustible, mientras te conjugas con otras llamas por algún tiempo para intentar ver más lejos en la oscuridad; por eso buscamos relaciones y amistades, por eso estamos vivos. Hasta que al final, los caminos se separan y solo queda el recuerdo de lo que no fue y pudo llegar a ser.

Porque la vida está hecha de palabras escritas en la arena que marcan compases que solo recuerdan lo que nunca sucedió.