lunes, 22 de septiembre de 2014

Por otros cien atardeceres

Septiembre entra poco a poco y Galicia comienza a vestirse de Otoño mientras se tiñe de melancolía al ver el solpor cada día un poco antes.


Las nieblas características de esta época van tomando las rías, los árboles se tiñen de caoba y la vida se adorna con un manto de hojas.


Atrás queda el calor, los festivales y las horas en la playa. Los colegas de verano comienzan a guardarse bajo llave en el corazón y los romances se los lleva la marea como castillos de arena el viento.


Intentas aferrarte, corriendo en pantalón corto una contrarreloj que sabes que está perdida de antemano. Lejos queda ya la libertad y las responsabilidades llaman a la puerta cargadas de trabajo y rutina.


Es entonces, en ese momento, cuando eres consciente de que tu mejor opción es sentarte en la arena, al borde del mar, respirando el aroma de los últimos rayos y limitarte a disfrutar el momento en el que sol se va.


Siempre soñando con el próximo verano, con sus fiestas, partidos, pandillas... y la esperanza de volver a perderte, en la orilla del horizonte, en aquellos labios con sabor a cien atardeceres.


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